viernes, 28 de noviembre de 2008

El más tímido de los reptiles



¿Quién no se ha quedado admirado alguna vez con el curioso comportamiento de los galápagos? Su capacidad para retraerse ante los peligros, enfundándose literalmente en sí mismos, es toda una adaptación a la supervivencia. La segura protección que le ofrece su caparazón, unido a la extremada dureza de sus tegumentos y a una anatomía diseñada perfectamente para que sus partes vulnerables (cabeza, patas y cola) no queden expuestas a las amenazas de sus posibles predadores, son sin duda las claves de su éxito.
La lentitud de sus movimientos cuando están en tierra es también una de las características más destacada de estos reptiles, pero a la vez es la razón que justifica ese tremendo despliegue de medidas de protección: a una especie que no puede huir con la destreza y rapidez de sus congéneres, la evolución necesariamente ha tenido que dotarla con otras defensas con las que poder hacer frente a sus predadores. Una vez que se encierra dentro de su caparazón, basta tan sólo con que intentemos mover una de sus patas para descubrir que estamos ante una fortaleza inexpugnable. Así de sabia es la naturaleza, donde nada carece de sentido.

La especie que muestro en la imagen es el Galápago leproso (Mauremys leprosa) y sorprendentemente figura en el Anexo II de la “Directiva de conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres” (92/43/CEE). Por tanto, su presencia ha sido uno de los criterios utilizados para la designación de los lugares de Red Natura 2000 en la región mediterránea, espacios donde además deben adoptarse medidas de conservación específicas que permitan la continuidad de sus poblaciones y hábitats. En el suroeste peninsular, donde el Galápago leproso cuenta con sus mayores efectivos, resulta bastante paradójico que sea una especie merecedora de una protección especial por parte de la Unión Europea. Su carácter ubiquista queda evidenciado por su contrastada presencia en todo tipo de zonas húmedas y cursos fluviales, desde aquellos de aguas transparentes hasta los más pútridos desagües, donde llega a encontrase en gran número. Su meritoria tolerancia a la contaminación y a la turbidez del agua le ha permitido colonizar zonas cuyo interés desde el punto de vista de la conservación es prácticamente nulo, resultando por ello complicado utilizarlo como una especie de referencia. En este sentido, el Galápago europeo (Emys orbicularis), también incluido en el Anexo II de la Directiva de Hábitats, cumpliría sin duda mucho mejor estos objetivos de conservación, ya que gracias a su marcada selección de hábitat, su presencia puede ser considerada indicadora hábitats menos alterados y poco contaminados.
No obstante, una perspectiva más amplia permite valorar de un modo más objetivo las necesidades de protección de este endemismo ibero-norteafricano. La destrucción y fragmentación de los humedales, como para otras muchas especies más amenazadas con las que comparte el hábitat, pueden considerarse los factores que afectan más notablemente a sus poblaciones, especialmente allí donde no son abundantes. Pero al Galápago leproso también le afectan problemas muy concretos: sus poblaciones siguen siendo esquilmadas a causa de las capturas accidentales en la pesca del cangrejo rojo americano, ya que acostumbran a entrar al cebo que se coloca dentro de las nasas (....de donde no suele salir vivo) y es recolectado ilegalmente para usos gastronómicos (para la elaboración de la sopas de galápago, un legado que la cultura sefardí dejo algunas regiones ibéricas) o para la elaboración de objetos de artesanía con su caparazón (más frecuente en países del norte de África). Hasta cierto punto podría decirse que su capacidad de adaptación a los medios altamente degradados “camufla” algunos de los problemas que afectan a esta especie.
Por último, citar también el reciente problema de la introducción de los galápagos exóticos, con los que se están viendo forzados a compartir el hábitat y cuya incidencia es cada vez mayor. Os adjunto un enlace a una excelente clave para la identificación de Galápagos autóctonos y exóticos que me ha parecido muy interesante, en la que se consideran 2 especies autóctonas (Emys y Mauremys) y 6 exóticas (Trachemys, Graptemys y Pseudemys). Muy recomendable. Qué gratificante resulta encontrar casos en los que los investigadores, además de dedicarse a investigar, emplean su valioso tiempo en divulgar sus conocimientos.
http://www.herpetologica.org/documentos/manual_identificacion_galapagos.pdf

Enlace a esta imagen en Fotonatura

1 comentario:

  1. Hola. Gracias por este Post. También quisiera recomendar un post en este blog de presentaciones interesantes.

    http://ppts-interesantes.blogspot.com/2008/12/los-reptiles.html

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